jueves, 25 de abril de 2013

Reliquias del pasado


Algunos productos farmacéuticos del pasado tenían una gran eficacia y utilidad, pero la artificiosa necesidad de disponer siempre de algo nuevo (la palabra “nuevo” siempre se ha asociado con la palabra “mejor” sin que existan razones científicas para ello) y la imposibilidad de subir los precios (ya que estos siempre han sido fijados y congelados por Sanidad, hacía que al cabo de unos años cualquier medicamento por exitoso que fuera debía arrinconarse porque ya no era rentable seguir fabricándolo: costaba más la materia prima y el proceso de fabricación que el precio autorizado para su venta.

Algunos de esos productos que me viene a la memoria y que tuvieron un gran éxito en su época, son:
Fósforo Ferrero (al que más tarde se le prolongó la vida modificando ligeramente su composición para lanzarlo como Bio Fósforo Ferrero, con un precio algo mayor); un complemento ideal para reforzar la mente sobre todo en época de exámenes.
Balsámico Latino, un clásico entre los jarabes para la tos.
Spartocine (aspartato ferroso), del que no se si dirían en su época que “iba de cine” como complemente de hierro.
Triadón Cálcico (isoniacida, ácido fólico, sulfato de cobre, sulfato de manganeso, óxido levo-ascórbico y lactato cálcico) ¡Toma ya!
Vesalium, una dosis muy baja de haloperidol junto con isopropamida y que se recomendaba lara las distonías neurovegetativas.
Vitagland, una terapéutica virilizante...

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