miércoles, 9 de abril de 2014

La fibrilación auricular es la arritmia más frecuente

La fibrilación auricular (FA) es el tipo de arritmia más frecuente entre la población e incide especialmente en los hombres, convirtiéndose en la causa que más ingresos cardiológicos por arritmias provoca en la práctica clínica. Este trastorno se origina por un fallo en el impulso eléctrico del corazón, que es el que desencadena la contracción del músculo cardiaco para que bombee la sangre al resto del cuerpo. La irregularidad de este impulso es, precisamente, lo que provoca alteraciones en el ritmo de bombeo cardiaco, que carece de la fuerza de contracción de un corazón sano. 

No existe una causa única de la FA, sino que su origen proviene de anormalidades estructurales, de carácter anatómico y funcional, que pueden haber surgido por diversos motivos. Los principales factores de riesgo de la enfermedad son la edad y el sexo. La prevalencia media de este trastorno cardiaco es del 0´5% (aunque varía según la población de estudio) y alcanza su máximo en personas mayores de 80 años, situándose en el 8%. Por otro lado, a cualquier edad la incidencia de la FA es 1´5 veces mayor para los hombres que para las mujeres, mientras que la incidencia general de la enfermedad se sitúa en el 2% anual. El riesgo de desarrollar esta alteración cardiaca a partir de los 40 años es del 26% para hombres y del 23% para mujeres.

Existen otros factores de riesgo asociados de manera independiente a la FA que constituyen uno de los aspectos más negativos de esta patología, ya que su presencia incrementa el riesgo de complicaciones cardiovasculares y cerebrovasculares y reduce la supervivencia. De hecho, la FA normalmente va asociada a cardiopatías y otras enfermedades, tales como insuficiencia cardiaca, cardiopatía isquémica, hipertensión arterial y enfermedad reumática. Sin embargo, existe un grupo de pacientes (entre el 15 y el 30% de los casos) en los que la FA surge de manera solitaria, es decir, no parece tener relación con ninguno de los factores de riesgo de la enfermedad.

Además, aunque la FA se presente junto con otros problemas cardiacos, la mayor mortalidad causada por este trastorno es independiente de otras variables. Por tanto, se trata de una enfermedad grave por sí sola, con elevada morbilidad y mortalidad, que además incrementa el riesgo de sufrir otros problemas de salud, especialmente accidentes cardiovasculares.

Uno de los mayores riesgos de la FA es el infarto cerebral. La pérdida de fuerza del músculo cardiaco provoca una contracción irregular del mismo que puede desencadenar un estancamiento de sangre en el corazón, lo que origina coágulos. El desplazamiento de estos coágulos sanguíneos hasta el cerebro se traduce en un accidente cerebrovascular. A todo ello hay que sumar la variabilidad en la sintomatología de la FA ya que, aún en el mismo paciente, esta alteración puede provocar síntomas o no y puede aparecer y desaparecer de manera intermitente, lo que complica la detección y el diagnóstico de la enfermedad.

En cuanto al tratamiento, el objetivo terapéutico es el restablecimiento del ritmo normal del corazón, lo que habitualmente se consigue mediante terapia farmacológica, que también se utiliza para aplicar un tratamiento anticoagulante que reduzca el riesgo de problemas cardiovasculares.

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