miércoles, 11 de junio de 2014

El asma como enfermedad inflamatoria

(AZprensa) En base a los estudios de histología, el asma se ha etiquetado como una enfermedad inflamatoria (la inflamación de la mucosa bronquial desencadena una serie de mecanismos fisiopatológicos, que no son otra cosa que la respuesta del organismo sensibilizado ante un estímulo). En la mucosa bronquial, cuando se inflama, se produce una transformación de la misma, que trae consigo la hipersecreción de moco, la pérdida de líquido procedente de los capilares que rodean los bronquios y una contracción violenta de la musculatura bronquial que conduce a un estrechamiento del calibre del bronquio y a una limitación del paso del aire. Esta limitación del paso del aire, producida por la contracción de la musculatura bronquial, puede llegar a ser fatal, aunque en cualquier caso es causante de una sensación de angustia y malestar en el paciente. Se conoce con el nombre de: crisis asmática. Cuando el paciente está travesando una situación de crisis, literalmente piensa que su vida está en peligro y tiende a utilizar grandes dosis de fármacos, lo cual supone un riesgo de sobredosificación.

Al definir el asma como enfermedad inflamatoria, se impone el tratamiento de la misma con fármacos antiinflamatorios, siendo los más eficaces los esteroides inhalados. Sin embargo también es importante tratar los síntomas de una crisis, que son súbitos, y restablecer cuanto antes el paso de aire. En este sentido los beta 2 agonistas, llamados así por su afinidad al receptor beta de las células bronquiales, consiguen una relajación de la musculatura bronquial cuando se produce una crisis. Son fármacos que alivian, que tratan un síntoma, pero que a diferencia del esteroide inhalado no controlan la inflamación sino sus consecuencias.
En la imagen, médicos y deportistas presentando una campaña informativa sobre el asma, dirigida al público general.

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