miércoles, 9 de noviembre de 2016

Cuando el médico es un paciente a la fuerza

(AZprensa) Estos son los síntomas que presenta el “paciente” nada más traspasar la puerta de la consulta: temblores, tensión muscular, sudoración, sequedad bucal, dificultad para deglutir, crisis de llanto, dificultad para dormir, pesadillas... e incluso la sensación de encontrarse completamente solo frente al universo.

Pero ¿qué clase de paciente es este y a qué especialista acude? Miguel Fernández-Melero Enríquez, jefe de la Asesoría Jurídica del Colegio de Médicos de Cádiz lo aclara y explica: ese “paciente” es el médico, y el especialista al que acude es el abogado.

Comenta que a esos médicos que se enfrentan a la necesidad de acudir a un abogado “se les distingue desde lejos. Nada más se les abre la puerta ya se percibe que presentan síntomas característicos. Hay quien los trata de disimular pero se les nota. Dejando aparte a los que ya tienen experiencia –pues han circulado por esa vía en alguna ocasión anterior-, una circunstancia que se da en casi todos los casos es que te miran muy fijamente, como pretendiendo escrutarte y adivinar lo que les vas a decir, o a ocultar”. Y es que –como apunta- todos esos síntomas “se corresponden con estados de estrés, tensión, recelo o nerviosismo”, un estado que “obedece, nada más ni nada menos, que a la ansiedad que al médico le causan temas jurídicos. Es auténtico pánico de verse ante un Tribunal de Justicia”.

Por ello, desde el Colegio de Médicos de Cádiz imparte la receta necesaria para estos casos: “Lo fundamental es tener confianza en el abogado que sea elegido para que se ocupe de la defensa, y prepararse para enfrentarse a lo que venga”. Dicho en otras palabras: confíe en su abogado.

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