sábado, 18 de marzo de 2017

Utilizan a las asociaciones de pacientes como arma arrojadiza contra la industria farmacéutica

(AZprensa) Un artículo publicado en el último número de la revista “New England Journal of Medicine” pone a caldo a la industria farmacéutica (lo cual no es nuevo puesto que todos la atacan y ella siempre agacha la cabeza y calla), lo novedoso en esta ocasión es que utilizan como arma arrojadiza las ayudas que la industria da a las asociaciones de pacientes.

En efecto, el principal autor de este estudio, un tal Matthew McCoy, se escandaliza al comprobar que en Estados Unidos el 83 por ciento de las 104 mayores asociaciones de pacientes, han recibido ayuda económica de los laboratorios farmacéuticos, en muchos casos superior a un millón de dólares, aunque reconoce igualmente que no hay forma de saber ni cuánto dinero reciben ni de quién.

Pero ¿qué hay de malo en ello? Si los laboratorios farmacéuticos no dan dinero a las asociaciones de pacientes ¿quién se lo va a dar? ¿El Gobierno? Por supuesto que no. Entonces ¿quién? Porque está claro que ninguna asociación de pacientes puede hacer nada reseñable sólo con las aportaciones de sus pacientes y amigos asociados.

Pensemos además en el objetivo de esas donaciones. ¿Qué esperan recibir a cambio los laboratorios? Está claro que los pacientes no van a comprar los medicamentos de ese laboratorio ya que debe ser el médico quien se los recete. Lo que busca la empresa es simplemente “información”: conocer cuáles son los problemas y preocupaciones fundamentales de esos pacientes, qué problemas tienen con las medicaciones existentes, qué tipo de medicamentos desearían poder disponer... y gracias a esta información de primera mano, la industria puede enfocar mejor su investigación y dar finalmente con el producto que están deseando tener los pacientes.

Sin embargo, si continuamos leyendo dicho estudio encontramos el por qué le da rabia a McCoy y sus amigos que los laboratorios hagan donaciones a las asociaciones de pacientes, y acaban finalmente reconociendo que mientras los centros de investigación académica, los médicos y otros profesionales se sienten presionados para revelar sus lazos con la industria ante posibles conflictos de intereses, las asociaciones de pacientes suelen pasarse por alto.

He ahí el verdadero motivo de este ataque: Les molesta que miren con lupa el dinero que estos profesionales reciben de la industria, ya que les gustaría que no hubiese límites ni inspecciones como años atrás cuando los agasajos de la industria los trataba como auténticos príncipes.

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