miércoles, 10 de mayo de 2017

Fobia social, antesala de la psicosis

(AZprensa) La fobia social es un trastorno más frecuente en nuestra sociedad de lo que se cree. Se trata de un miedo persistente e irracional a relacionarse con otras personas sintiendo temor y ansiedad ante la creencia de que van a ser observados y juzgados por los demás, lo que conduce a un aislamiento social cada vez más acusado.

Para reconocerlo, hay unos síntomas muy característicos:
- Evitan asistir a fiestas y reuniones familiares y sociales.
- Rehúsan conocer nuevas personas y rechazan acudir a lugares donde haya gente.
- Recurren a otras personas para que hagan cosas por ellos.
- Evitan mirar a los ojos y desvían la mirada.
- No saludan, ignoran a los demás y no participan cuando están en presencia de otras personas.
- Se sitúan de forma estratégica (en un extremo, al final) para involucrarse lo menos posible con los demás.
- Se abstraen del ambiente refugiándose en el móvil o en sus propios pensamientos.
- No sonríen, se muestran serios y distantes.
- Procuran no discutir para tener la menor interacción posible con otras personas. 
- Se meten las manos en los bolsillos, se cruzan de brazos, tensan los músculos y/o se mueven nerviosamente.
- Son los últimos (o los primeros) en llegar a algún lugar para interactuar lo menos posible con otras personas.
- No comen determinadas comidas por miedo a hacer el ridículo.
- Preparan excusas para justificar su comportamiento.
- Beben mucho agua.
- Les gusta comer en la situación lo más aislada posible.
- Su ansiedad les genera una sudoración excesiva e incluso temblores.
- Llegan a escaparse para refugiarse en el cuarto de baño o en otra habitación en donde estén solos.

En realidad, la fobia social, como cualquier otra fobia, es un mecanismo innato para evitar situaciones potencialmente peligrosas para la supervivencia, sin embargo en la sociedad moderna este mecanismo se convierte en un verdadero problema ya que incapacita al individuo para llevar una vida de relación normal con sus semejantes, por lo que debe acudirse al médico cuanto antes para establecer el tratamiento adecuado (psicoterapia y/o medicación) antes que el problema siga creciendo y derive en un trastorno psiquiátrico más grave o en el alcoholismo o cualquier otro tipo de adicción en que suelen refugiarse estas personas.

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