miércoles, 7 de marzo de 2012

Comunicar no es decir cuatro cosas


Cuando cualquiera de nosotros quiere comunicar algo (ya sea en el ámbito del trabajo o de las relaciones personales), es muy frecuente prestar más atención a lo que queremos comunicar y cómo lo estamos transmitiendo, que a lo que el destinatario está recibiendo e interpretando. En el caso de la comunicación que el médico debe mantener con el paciente, esto es mucho más importante, ya que de ello depende en buena parte el seguimiento del tratamiento y en consecuencia la recuperación de la salud.

De nada sirve una buena exposición de los hechos, un discursos excelente, si el destinatario no lo está percibiendo correctamente. La clave de una buena comunicación no está en el emisor del mensaje, sino en el destinatario, pero aceptar este planteamiento supone un esfuerzo adicional y, por supuesto, mucha práctica.

Hay que tener en cuenta que no es tan importante la información que se quiera transmitir como el modo en que el médico sea capaz de transmitirla. Esto requiere, entre otras cosas, entusiasmo, convicción y persuasión y, por supuesto, un ejercicio adicional para ser capaces de sintetizar y conectar con el paciente, teniendo en cuenta, además, que nunca hay dos pacientes iguales.

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