viernes, 19 de abril de 2013

Una campaña que no pudo ser perfecta


La campaña para el lanzamiento de Cutanit en 1976 contó con un primer folleto de lanzamiento muy extenso, 12 páginas, para explicar detalladamente todas las propiedades. Se continuó con una serie de trípticos con distintas imágenes, pero pertenecientes a la misma línea argumental (grabados que representaban distintos ejemplos de racismo, para pasar a hablar después de otro tipo de problemas cutáneos que siempre han existido), y se apoyó con anuncios en revistas y muestras del producto para animar al médico a que empezase a recetarlo. Pero el presupuesto no dio para todo lo que teníamos pensado. Una de las ideas iniciales era entregar al final de la visita una lámina como regalo; esta lámina iría impresa en papel pergamino en un tamaño aproximado de 35x50 cms. para que el médico se animase a enmarcarla, decorar con ella su consulta, y acordarse del producto para recetarlo. Sin embargo el presupuesto no nos permitió cerrar la visita con un regalo de esas características y tuvimos que conformarnos con entregar una laminita 19x26 en papel estucado. Si se hubieran entregado las lujosas láminas que habíamos proyectado, seguro que muchos médicos las habrían conservado y mantenido a la vista de tal forma que cada vez que dirigiesen a ellas su mirada habrían recordado que fue el visitador médico de “Cutanit” -ese nuevo corticoide tópico para los problemas de piel- quien se la había entregado. Para colmo (y ya no recuerdo cuál fue el motivo por el cual se hizo), las ilustraciones ni siquiera cubrían toda la superficie de las citadas laminitas. Así que la falta de presupuesto condujo a esta laminita final, pequeña y pobre, que prácticamente nadie conservó sino que fue con destino a la papelera tan pronto como finalizó la visita.

Recuerdo también que las láminas llevaban frases como esta, alusivas a la imagen que reproducían: “Con el abuso del poder y la discriminación llegaron a veces escenas tan atroces como esta, donde los indios son arrojados  los perros, que los devoran a dentelladas ante los ojos divertidos de sus verdugos. ¿Sólo por su piel? Hoy parecen, acaso, lejanos estos tiempos, y sin embargo igual que ayer continúan existiendo como éste otros problemas cutáneos”. También en esto fuimos los primeros: los primeros en utilizar el racismo como símil para hablar de enfermedades dermatológicas.

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