jueves, 16 de enero de 2014

Medicina europea en el Sol naciente

Japón ha sido durante mucho tiempo el segundo mercado más importante para la industria farmacéutica aunque a la mayoría de las grandes multinacionales farmacéuticas europeas y norteamericanas les ha costado ímprobo trabajo hacerse un hueco en dicho país. Cuando la fusión de Astra y Zéneca se llevó a cabo, sí se tuvo en cuenta el tremendo potencia de Japón y fue así como nació AstraZeneca KK cuyas ventas iniciales se elevaron a 829 millones de dólares, con un total de 2.000 empleados y una sede central en Osaka.

Aunque su posición inicial en el ranking de aquél país (puesto nº 21) estaba muy por debajo del liderazgo que ocupaba en el resto del mundo (puesto nº 3), se colocó, no obstante, como la sexta entre las compañías farmacéuticas occidentales que operaban en Japón.

Para sus directivos, las expectativas más inmediatas pasaban por alcanzar una cuota de mercado del 2,5 (frente al 1,5 de aquél momento) en apenas un lustro. Para ello disponían de 25 nuevos productos (incluyendo nuevas formulaciones  e indicaciones) en fase de registro o de desarrollo, de los cuales 22 se lanzarían en esos próximos cinco años. Eso suponía una media de ocho nuevos productos cada año.

Pero todo eso suponía contar con dicho país en todos los aspectos, incluso en el de reclutamiento de pacientes para su inclusión en ensayos clínicos. En algunos casos, como por ejemplo en los ensayos clínicos que entonces se estaban haciendo para un nuevo producto para cáncer de mama y otro para cáncer de próstata, el 10 por ciento del total de pacientes reclutados provenían de este país.

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