sábado, 1 de noviembre de 2014

La industria farmacéutica se olvida de las embarazadas

(AZprensa) El 75% de las embarazadas toma al menos un fármaco cuya seguridad no está probada para este periodo, algo que no es de extrañar ya que apenas existe una decena de compuestos aprobados con indicaciones para la gestación.

Cada año, más de medio millón de mujeres y siete millones de niños mueren por causas relacionadas con el embarazo y el parto. Aún así, en los últimos 20 años la industria farmacéutica tan solo ha registrado un nuevo medicamento específicamente indicado para combatir las patologías que lo afectan. La cifra actual de compuestos en desarrollo para intentar mejorar la calidad de vida de las mujeres embarazadas no llega ni a 20.

La revista especializada “Plos Medicine” ya alertó de esto hace unos años. Un trabajo elaborado por dos profesores de una universidad británica demuestró la poca atención que dedica la industria al embarazo. En su afán de encontrar respuestas, ambos realizaron una búsqueda en bases de datos de fármacos y ensayos clínicos, de 25 términos relacionados con la gestación, con el objetivo de identificar cualquier producto destinado al tratamiento o prevención de complicaciones varias. Un total de 67 medicamentos cumplían con los requisitos a finales de 2007. Otros 40, carecían de uso, habían sido suspendidos o estaban inactivos. De los 17 en fase de desarrollo, solo nueve eran nuevas fórmulas. Esta escasez denota un claro vacío de fármacos para la mujer embarazada.

Las grandes inversiones en investigación y desarrollo de las farmacéuticas tienen una razón de ser: la expectativa de grandes ingresos por las ventas de sus productos. El embarazo tiene una duración limitada y sus complicaciones desaparecen con él. No se trata de algo rentable.

En un mercado que genera entre 20 y 25 medicamentos nuevos anualmente, el embarazo ha quedado en el olvido. Complicaciones habituales como la preeclampsia (alteración hipertensiva) o la restricción del crecimiento fetal, quedan a expensas de terapias “primitivas” que pueden solucionar los síntomas, pero que no atacan a la raíz del problema, pues se desconoce cómo tratarlo.

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