sábado, 1 de agosto de 2015

La investigación espacial se traduce en mejoras para la salud

(Diario El Inefable) Próximamente va a dar comienzo el primer ensayo clínico en humanos de un medicamento para tratar la distrofia muscular de Duchenne, cuyo desarrollo ha sido posible gracias a experimentos llevados a cabo en la Estación Espacial Internacional (ISS).

La distrofia muscular de Duchenne (DMD) es una enfermedad genética, incurable a día de hoy, que afecta principalmente a niños varones y que suele empezar a presentarse en la infancia. Consiste en una atrofia muscular progresiva que acaba resultando siempre en la muerte prematura de los que la padecen. A día de hoy, el DMD es la enfermedad genética letal en la infancia más común en el mundo; la padecen aproximadamente uno de cada 3.600 niños, que acaban muriendo de media hacia los 20 años. Se piensa que el fármaco desarrollado gracias a experimentos a bordo de la ISS retrasará al doble de tiempo el inicio de los sucesivos efectos de deterioro progresivo de esta enfermedad y extenderá al doble la esperanza de vida de los pacientes.

La ISS es principalmente un laboratorio científico en el espacio, diseñado para la realización de investigación básica en los campos de la biología y biotecnología, ciencias de la Tierra y del espacio, física y ciencia de los materiales, salud humana, y para el desarrollo de tecnología. Pero, ¿qué hay en la ISS que pueda suponer una ventaja en la experimentación científica con respecto de los laboratorios en la Tierra? La respuesta la encontramos en el efecto equivalente a la falta de gravedad que se experimenta en la estación. Gracias a esta condición se pueden estudiar sistemas físicos y biológicos sin que se den muchos efectos que están presentes cuando esos mismos sistemas se estudian en laboratorios en la Tierra. En una condición equivalente de ingravidez no se da la sedimentación, la convección o la presión hidrostática, por ejemplo. La ausencia de estos y otros efectos permite estudiar sistemas físicos y biológicos en condiciones más ideales, lo que propicia que se puedan entender y caracterizar con más fidelidad muchas de sus propiedades y procesos intrínsecos que, de otra manera, se verían enmascarados por los efectos derivados de no estar en una condición equivalente de ingravidez, como es el caso en los laboratorios en la Tierra.

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