martes, 8 de septiembre de 2015

De la migraña al LSD

(Diario El Inefable) Una de las historias más curiosas de la investigación farmacológica la protagonizó allá por los años 20 el Dr. Albert Hoffmann. El hombre estaba buscando un remedio contra la migraña y pensó que la dietilamina del ácido d-lisérgico, un compuesto derivado del cornezuelo de centeno, podía ser la solución; pero entonces uno de sus guantes se rompió y con los nervios propios de tal accidente entró en contacto con dicha sustancia... instantes después comenzó a tener alucinaciones: acababa de descubrir el LSD, el alucinógeno por antonomasia.

Tras retirarse como director de investigación del laboratorio Sandoz en Basilea (Suiza) dio a conocer el resultado de sus investigaciones: el LSD inducía alteraciones transitorias del pensamiento, una sensación de omnipresencia o paranoia aguda, y también psicosis persistente, depresión prolongada y alteración del juicio.

Una sustancia así no podía pasar desapercibida para la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). Para controlarlo mejor, y ya que Sandoz era una compañía suiza, encargó a una compañía norteamericana, Eli Lilly que sintetizase el LSD y, curiosamente, al poco tiempo, en 1954 concretamente, Lilly “dio” con la fórmula. Precisamente fueron los científicos de Lilly quienes acuñaron la palabra “viaje” para describir la experiencia alucinógena que proporcionaba el LSD. Ahora bien, del empleo que la CIA hizo de esta sustancia... 

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