martes, 9 de febrero de 2016

Tú naces, tú a la basura, tú a la nevera...

(AZprensa) Claudia y Andrea (nombres ficticios, para preservar la identidad de las niñas) son el claro ejemplo del milagro de la ciencia. Nacieron el pasado mes de julio y, gracias al Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP), están libres del gen BRCA2 que portaba su madre, que les hubiera predispuesto al cáncer de mama en un futuro.

Este es el tercer caso de este tipo en España, y el primero en Galicia, que cuenta con la aprobación de la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida (CNRHA) con el fin de seleccionar genéticamente embriones sanos, libres de mutaciones genéticas hereditarias.

“La actual Ley de Reproducción Humana Asistida, que data de 2006, autoriza el uso de las técnicas de diagnóstico preimplantacional en aquellas enfermedades genéticas graves, precoces y carentes de tratamiento. Este es el caso del gen BRCA2, una mutación agresiva, con un 60% de probabilidades de desarrollar la enfermedad y, además, de forma precoz. No obstante, y según la legislación vigente, este tipo de casos, en los que influyen más de un gen y factores ambientales, sin estar garantizado el desarrollo de la enfermedad, deben ser autorizados uno a uno por la Comisión. Ha sido un proceso largo y costoso, pero el deseado nacimiento de estos bebés compensa cualquier dificultad, y más sabiendo que con ellas se ha roto la cadena de riesgo para sus descendientes”, comenta el doctor Elkin Muñoz, director de IVI Vigo y ginecólogo de la paciente.

Laura (nombre ficticio, para preservar la identidad de la madre), portadora de la mutación genética, tiene antecedentes familiares directos de este tipo de cáncer. Esta situación aumentaría notablemente las probabilidades de que sus hijos padecieran cáncer de mama, motivo por el cual decidió acudir a IVI Vigo en 2013, con la idea de realizarse un tratamiento de DGP que le diera la oportunidad de gestar un bebé sano.

Con la ayuda de la división biotecnológica de IVI, Igenomix, analizamos los 11 embriones obtenidos, de los cuales 3 resultaron estar libres de la mutación del gen BRCA2. De estos, transferimos dos al útero de la paciente –de acuerdo a la voluntad de la misma- que afortunadamente dieron lugar a la gestación. Ocho meses más tarde nacerían Claudia y Andrea. Por su parte, el embrión restante fue vitrificado para una futura ampliación de la familia, si fuera el caso”, explica el Dr. Muñoz.

No obstante, para los defensores de la vida desde su inicio (desde el momento de la fecundación), este supuesto avance médico significa haber exterminado ocho embriones que eran sanos y viables aunque tuvieran la posibilidad (sólo la posibilidad) de desarrollar en el futuro cáncer de mama que aún así hubiera podido tratarse, y haber dejado uno en el limbo de la espera.

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