viernes, 16 de septiembre de 2016

Las vacunas son de los fármacos más seguros, pero como todo tienen riesgos

(AZprensa) La Sociedad Española de Epidemiología (SEE) ha elaborado un documento sobre las vacunas, abordando los aspectos más controvertidos de las mismas. La vacunación sistemática tiene una trayectoria de más de 40 años en España y su uso ha reducido la mortalidad prematura, la discapacidad y, por tanto, ha contribuido a alargar la esperanza de vida de la población. Además, al prevenir la enfermedad, también se evitan sus secuelas, se mejora la calidad de la vida y se reducen las desigualdades.

Tampoco hay que olvidar la función de protección que tienen la vacunas, cuando se viaja a países donde existen enfermedades que no se dan en nuestro país, para trabajadores con exposiciones de riesgo  y para proteger a grupos de población con mayor riesgo de padecer enfermedades infecciosas, como los que están recibiendo tratamientos inmunosupresores o padecen determinadas enfermedades.

Los expertos en Epidemiología recuerdan el impacto que tienen en la prevención de resistencias a antibióticos, al disminuir su uso, y también en evitar algunos cánceres como el hepatocarcinoma (mediante la vacunación frente a virus de la hepatitis B) y el cáncer de cuello de útero (vacunando frente al virus del papiloma humano).

Las vacunas se encuentran entre los fármacos más seguros de los que se dispone para prevenir enfermedades. No obstante, aunque los efectos secundarios son poco frecuentes y, en su mayoría, leves, la SEE destaca que “no debemos ser complacientes” y considera que los sistemas de compensación de daños, como existen en otros países, podrían fortalecer los programas de vacunación en nuestro país.

La SEE recuerda que las vacunas salvan millones de vidas cada año en todo el mundo, pero reconocen igualmente la preocupación por el rechazo a las vacunas y resalta que las medidas coercitivas o de imposición se ha visto que no mejoran su aceptación, por lo que proponen que sólo se utilicen “en caso de riesgo para la comunidad”.

Los motivos para rechazar o  tener una actitud pasiva frente a las vacunas, son variados, como las ideas erróneas sobre su seguridad, creencias y posturas personales ante la vida, lo que dificulta su abordaje. Este hecho plantea un reto adicional para hacer llegar de manera eficaz los mensajes sanitarios de prevención a toda la población.

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