lunes, 14 de noviembre de 2016

El problema de las vacunas es su éxito

(AZprensa) En una reunión organizada por la Asociación Española de Vacunología (AEV) y la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS), se han abordado algunos de los asuntos que generan más polémica en torno a las vacunas, como la seguridad y las críticas de los denominados movimientos antivacunas, y todos los ponentes del seminario han coincidido en señalar que el beneficio de las vacunas aprobadas siempre supera a sus riesgos.

El Dr. Amós García ha recordado que “el caso del niño que falleció por difteria en 2015 por no estar vacunado nos demostró lo que puede pasar si se baja la guardia con las vacunas”. Ante situaciones como ésta, también surge el debate de la obligatoriedad. ¿Deberían estar obligadas las familias a vacunar a sus hijos? Los expertos reunidos en el seminario han coincidido en que la inmunización nunca debe ser impuesta. Para el Dr. Navarro, la solución pasa por “trabajar con las familias que muestren dudas e informar para que los padres decidan libremente con toda la información veraz disponible”. En palabras del Dr. Amós García, “uno de los grandes problemas de las vacunas es su éxito. Gracias a ellas no vemos casos de polio, de difteria… y algunos pueden pensar que son cosa del pasado. Pero, si se baja la guardia, lo que hoy no está aquí puede volver”.

Por parte de la industria farmacéutica, la Dra. Pilar García Corbeira, directora Médica del área de Vacunas de GSK, ha explicado que las vacunas son medicamentos biológicos muy diferentes a los fármacos tanto por lo que se refiere a su desarrollo y experimentación en humanos como a su proceso de fabricación. “El desarrollo de una vacuna puede durar entre cinco y quince años desde que se inician los primeros estudios en humanos”, explicando que las vacunas se ensayan “en varios miles de personas, entre 10.000 y 90.000”, cifras muy superiores a los ensayos requeridos para la aprobación sanitaria de otros medicamentos. Esto es en gran parte debido a la necesidad de estudiar lo más exhaustivamente posible las posibles reacciones adversas puesto que las vacunas, a diferencia de los fármacos, se administran para prevenir enfermedades en población mayoritariamente sana. 

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