miércoles, 15 de marzo de 2017

Los hospitales también tienen prejuicios

(AZprensa) Los recursos asistenciales para atender a las personas con adicciones suelen estar impregnados por los mismos prejuicios que refuerzan el estigma que les acompaña. Tanto es así que muchos hospitales no disponen ni de una unidad o un equipo de profesionales especializados en el tratamiento de la adicción al alcohol y las drogas. Los centros especializados se sitúan en lugares apartados de los hospitales u otros centros de salud. Se alejan así de la normalización de una enfermedad que sigue estando mal vista. Los medicamentos para el tratamiento de la adicción al tabaco no están financiados por el servicio nacional de salud y los utilizados para el tratamiento de otras adicciones sólo reciben una financiación parcial, cuando deberían ser totalmente financiados; cuando en realidad el precio de estos medicamentos es bajo y muchísimo menor que el de otros, como los que se utilizan para el tratamiento de la hepatitis, el sida o los accidentes vasculares cerebrales.

Las administraciones en general no  tienen en cuenta que es muy rentable invertir en políticas de alcohol eficaces y también en el tratamiento especializado de los trastornos adictivos. De hecho, el enorme gasto sanitario que se produce como consecuencia de las enfermedades adictivas se podría reducir sustancialmente si se aplicaran las políticas de alcohol que han demostrado ser eficaces para reducir su consumo excesivo y también si las personas que sufren una adicción siguieran un tratamiento especializado, desde las primeras fases de su enfermedad adictiva, lo cual evitaría su cronificación y también las múltiples y graves consecuencias médicas, psiquiátricas, laborales, familiares, sociales y legales. Consecuencias negativas que no sólo afectan a la persona enferma de adicción sino también -de manera indirecta- a las personas que conviven con él o ella y a toda la sociedad en general.

Muchas personas desconocen que el ahorro que podría producirse al invertir en políticas de alcohol y drogas eficaces es mucho mayor que el coste sanitario y social de multitud de enfermedades derivadas las conductas adictivas.

Todas las dimensiones sociales, asistenciales, las políticas de prevención y tratamiento y los recursos administrativos, están impregnadas de los prejuicios y el desconocimiento de la enfermedad adictiva, los cuales conducen al estigma de los enfermos adictos.

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